LOS DIABLICOS DE MOCHE

San Isidro Labrador, es el Patrón de los agricultores, y mayo, es el mes, en que sus devotos le rinden pleitesía, en Moche, sesenta días antes del 15 de mayo, el Santo Patrón recorre nuestra campiña llevando aliento esperanza y optimismo a los agricultores que tiene sus "chacras" o terrenos dedicados al cultivo de alimentos o pan llevar.

Moche, es un pueblo dedicado ancestralmente a la agricultura, y tiene entre sus tantas costumbres y leyendas, una que los hombres de la tierra le dedicaban a sus dioses, por ejemplo, a la preparación de la tierra previa a la siembra, otras, al abono, a la lluvia y a la cosecha. 
Los famosos diablicos, diablos o enmascarados, han creado una serie de leyendas o historias urbanas; y por lo tanto, se ha generado una serie de interpretaciones que tienen que ver con el hombre y el medio ambiente en el que se desenvuelve; por ejemplo, algunos historiadores, como mi paisano Hermógenes Sachún, dice que la danza de los diablos de Moche representa la lucha de dos sistemas, de dos culturas, la nativa, la nuestra, versus la europea, que viene con el conquistador, que trae su Dios y a sus Santos.

Pero mas allá de las interpretaciones económicas, sociales, religiosas y culturales; quiero intentar una explicación de lo que sienten las personas cuando participan de ésta fiesta religiosa; por ejemplo, cuando el Santo Patrón de los Agricultores inicia su marcha procesional de retorno al templo.

En ese preciso momento, se siente como una poderosa energía eriza la piel de los fieles que lo acompañan, esa energía inexplicable, que se siente a partir del instante en que los cargadores levantan el anda para iniciar su peregrinación por los campos de cultivo, o cuando se produce el retorno al templo, y los diablicos con su clásico golpe de lata, y su bramido de queja o alegría se espantan y retroceden, son segundos intensos de una especial comunicación entre el Santo y nuestras conciencias, que nos recuerda, la lucha histórica entre el bien y el mal.

El avance procesional de San Isidro Labrador, y la danza de los diablicos, siempre en retroceso, así como el bramido de arrepentimiento, y al final de la procesión, antes que el Santo ingrese al templo, el arrodillarse o rendirse ante él, es la culminación triunfal de la lucha eterna del bien sobre el mal.

Esa lucha entre el Santo y los diablicos que uno observa en el recorrido procesional, produce entre los feligreses un sentimiento místico de amor colectivo, un sentimiento intimo que abre el corazón de las personas y las lleva al arrepentimiento, que finalmente se expresa en el llanto que clama perdón, esa lucha hace el milagro de la confesión sincera y de la reafirmación de fe ante nuestro Padre Celestial.

Por ahora, es lo que me lleva a interpretar y a describir ésta fuerza divina, que no tiene explicación científica.
Amén!

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