ZOILA VICTORIA


El 19 de octubre de 1948, nuestra querida compañera, Zoila Victoria, madre de Víctor Raúl Haya de la Torre, falleció en Lima, el Jefe del Aprismo se encontraba perseguido, la orden del ministro del interior del régimen de José Luis Bustamante y Rivero, Cesar Villegas, era capturarlo si se presentaba en el sepelio y enviarlo a prisión.

Para recordar este doloroso hecho que arruga nuestros corazones, trascribo algunos párrafos del libro El Señor Asilo. "Cuando murió mi madre, yo no pude estar a su lado ni concurrir a su sepelio porque ya entonces me hallaba perseguido... Sin embargo, se que un sacerdote que la acompañó en sus últimos momentos tiene un mensaje de ella para mi... Yo sería muy feliz de poder ver a ese sacerdote... Doña Gloria, esposa del embajador de Colombia en nuestra patria, se puso de acuerdo con su cuñada y viajó hasta la ciudad de Arequipa en busca del cura. Él, era un hombre alto, de pelo blanco y ojos azules... Le dimos el mensaje. Luego de pedir permiso a su congregación, el padre les dijo: de acuerdo, pasen por mi mañana temprano".

El viaje de Lima a Arequipa, 1030 kilómetros de ida e igual kilometraje de vuelta, fue para las dos damas era un verdadero acto de valor y de solidaridad, en fin, el viaje se realizó, el cura llegó a Lima, se superaron los obstáculos para que ingrese a la embajada de Colombia, finalmente, Haya de la Torre y el curita se entrevistaron.

Fueron más de dos horas de conversación entre el hombre que preconizaba la justicia social, y el representante de Dios en la tierra que preconizaba la justicia divina. Lo cierto, es que al finalizar la entrevista, Haya de la Torre salió radiante de energía por el mensaje que su madre le había dejado; en la entrevista, el sacerdote le preguntó si se quería comulgar, a lo que Víctor Raúl le pregunto ¿Puedo?, la respuesta del sacerdote fue contundente, ¡Claro que si!, después del acto litúrgico, el Jefe del Apra exclamo: "¡Estoy emocionadísimo porque he escuchado el mensaje de mi madre a través de este hermano sacerdote: ¡Que maravilla! ¡Que gran tranquilidad es perdonar y no odiar! mil gracias, eternas gracias".

La verdad, es que este hecho de dolor, como tantos otros que sufriera nuestro querido Maestro, son ejemplos del mejor ser humano, que nos dejó para la humanidad.

Amor, y más amor.

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